¡Vaya bomba le ha estallado a la Rectora de la UAQ!: Blanca Gutiérrez, ex Directora de la Facultad de Filosofía de la UAQ

Por Blanca Gutiérrez

QUERÉTARO, QRO., septiembre 30 de 2022.- “¡Vaya bomba le ha estallado a la Rectora de la UAQ!”, expresó Blanca Gutiérrez Grajeda, ex Directora de la Facultad de Filosofía de la UAQ.

La protesta estudiantil que ayer por la tarde y el día de hoy se ha dejado sentir en los recintos universitarios, no es otra cosa que la expresión de un malestar acumulado por años, ante una administración que ha privilegiado turbias alianzas políticas en detrimento de la ética y los principios que históricamente han distinguido a nuestra Institución.

La administración que encabeza la doctora Teresa de Jesús García Gasca ha dado muestras, de manera reiterada, de que sus prioridades no son quienes integran la comunidad estudiantil, sino intereses ajenos a nuestra labor como institución educativa. Los casos son muchos; menciono como “botón” de muestra solo tres: el de Jazmín Rocha Zaragoza, el de Jessica Ríos Ramírez y el reciente caso registrado en la Facultad de Ciencias Naturales, donde a un estudiante se le ha negado, por cuatro ocasiones, el derecho a titularse a pesar del fallo a su favor obtenido en los tribunales.

Esta administración se ha dedicado a proteger y solapar a universitarios que lejos están de representar los valores del Honor y la Verdad que contempla nuestro lema universitario. Los ejemplos también abundan.

Me quiero detener en dos “detalles” referentes a la forma de actuar de nuestra rectora, que creo que ilustran respecto a lo que las universitarias y los universitarios hemos padecido en los últimos años:

1) Cuando se presentó el caso de la estudiante de Historia Jessica Ríos Ramírez, a quien la autoridad universitaria pretendió expulsar A PERPETUIDAD (sí, como lo leyeron, a perpetuidad) de la Universidad por haberse atrevido a levantar la voz en Consejo Universitario (con la complicidad del actual Director de Filosofía, Dr. Salvador Arellano), yo levanté la voz y por escrito le expresé mi desconcierto a la rectora, al constatar cómo, una y otra vez, la Universidad no se cansaba de re-victimizar a nuestra estudiante de excelencia. Le expresé mi inconformidad y le dije que no concebía cómo su administración protegía a los presuntos responsables de desfalcos multimillonarios, a quienes ofrecían plazas de tiempo completo a cambio de votos, a funcionarios que han permitido sobre-costos en las obras de infraestructura, o a docentes que han sido señalados de acoso en contra de estudiantes, entre otras faltas muy graves. En aquella ocasión, por respuesta, la rectora me acusó de “encubrir” a la estudiante y de haber “lastimado fuertemente la gobernanza [sic] en la Universidad”, sí, textual, de haber “lastimado fuertemente la gobernanza [sic] en la Universidad”.

2) En la protesta estudiantil que hoy nos ocupa, la directora de la Facultad de Ciencias Políticas, Marcela Ávila-Eggleton, según su propio testimonio, fue acusada por la rectora de la Universidad de “mentir con la finalidad de golpearla” (¡vaya!) y le exigió “una disculpa”, por el hecho de haber expuesto ante el Consejo Universitario, la pésima atención que recibió la denuncia que una estudiante de su facultad presentó ante un caso grave de violencia de género y ante la cual las instancias universitarias, al igual que en el caso de Jazmín Rocha Zaragoza, no estuvieron a la altura de las circunstancias.

Ambos casos ilustran, me parece, en dónde está parada nuestra autoridad y qué intereses persigue. Evidencian, también, que al feminismo institucionalizado en nuestra Universidad le falta un poco más de sensibilidad y congruencia al momento de atender y dar seguimiento a los casos graves de violencia de género que en las instancias universitarias se han presentado.

Cuando el feminismo institucionalizado entienda que no es al poder a quien tiene que defender sino a las víctimas, creo que otra cosa sucederá en materia de protección a los derechos de las mujeres universitarias y en el reclamo legítimo de tener una Universidad libre de violencia de género.