Por Armando Guerra Vázquez
Querétaro, Qro.- 5 Febrero 2016.- Era octubre de 1978, el joven Arturo Muñoz Urquiza hijo de uno de los comerciantes de mayor tradición en Querétaro, mató a su amante de un balazo en la casa que ocupaban en la céntrica calle de Altamirano.
Arturo era primo hermano del entonces gobernador Antonio Calzada Urquiza y familiar cercano de David Ibarra Muñoz, que fungía como secretario de Hacienda del sexenio de José López Portillo.
Quienes supieron del caso, dicen que el acaudalado asesino mutiló el cuerpo y luego lo fue a tirar al cerro del Pathé donde le prendió fuego, pero un anillo y una llave que no pudieron consumirse a la hora de la incineración, lograron la identificación de la mujer a quien se le apodaban “La canica”.
Al homicida por ser descendiente de la “alta sociedad”, se le aplicó una mínima sentencia que poco a poco fue bajando, después de su encarcelamiento se le dejó en libertad hasta en dos ocasiones.
Quienes conocieron al criminal dicen que primero se le vio en el jardín de la ciudad y ya durante el gobierno de Don Rafael Camacho Guzmán, se le volvió a ver peleando con la estatua ecuestre de Mariano Escobedo, a partir de ahí se desapareció de la vida pública. Se volvió loco.
Este suceso fue comparado con el escandaloso crimen protagonizado por “Los Darketos” en el 2000 cuando destazaron en un “rito” a una joven de la que ya hemos narrado en otras ocasiones.
