AMLO, derrota y victoria: el futuro comienza hoy

Por Joaquín Antonio Quiroz Carranza

TEQUISQUIAPAN, QRO., 3 de julio de 2018.- Al aceptar su derrota, el PRI-Televisa no mostró honestidad ni respeto por México, fue un acto obligado por sus amos norteños: el imperialismo norteamericano. La geopolítica de Washington requiere un traspatio saludable, situación que ni el PRI, ni el PAN, pudieron garantizar.  Allá en el Norte, el Fondo Monetario Internacional (FMI)  y el Banco Mundial (BM) saben que de proseguir el saqueo, la corrupción y el empobrecimiento de los mexicanos se incrementa la probabilidad de estallidos sociales; el imperio y sus aliados europeos dieron el beneplácito a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) por ser la única opción para garantizar estabilidad en este traspatio geopolítico.

Las ratas saltan del barco y las autocríticas al interior de los partidos perdedores no podrán entender la esencia de las razones por las cuales se vieron obligados a respetar el sufragio. Y es muy claro: reconocieron su derrota, no por las tendencias de salida, o porque no pudieran incrementar sus brigadas volantes y sus mapacheras, o porque no tuvieran los recursos para hacer fallar el sistema, simplemente obedecieron las órdenes emitidas desde Washington: AMLO es el siguiente presidente. El principal reto de “El Peje” es poner en orden las finanzas, garantizar la paz social y con ello las inversiones extranjeras de las trasnacionales y que éstas puedan seguir con sus negocios.

El reto conlleva muchos obstáculos y, a menos que los norteamericanos les amarren las manos a los del PRI y PAN, éstos dedicarán todos sus esfuerzos a bloquear las iniciativas de AMLO y de su gabinete. Si el bloqueo se ejecuta y se impide al nuevo Presidente lograr su cometido, vendrá la desesperanza y con ello la violencia social. Por ello el dilema es muy claro: o se logra que las finanzas sean saludables y que esto repercuta en el bolsillo de los mexicanos, o se cae en el abismo de caos social.

Los potenciales estallidos sociales y la desorganización política, social y económica sólo se darán si no hay una coordinación estrecha entre Washington y el gabinete de AMLO, la nueva presidencia de México tiene una sola tarea: pacificar el traspatio de los Estados Unidos de Norteamérica, el único medio: mejorar las condiciones sociales, económicas, políticas y ambientales de México y de sus ciudadanos. Si las políticas macroeconómicas no se perciben en la cotidianidad de los mexicanos, no habrá otra oportunidad.

Los resultados de un proceso electoral no se miden en sufragios, éstos sólo representan la cúspide del iceberg, se miden en alianzas, campañas, negociaciones, discursos, pero sobre todo en la claridad de los mensajes al verdadero gobernador de México: el imperialismo norteamericano y europeo. Si el imperio acepta un México gobernado por Morena y un presidente como AMLO es porque estratégicamente eso le conviene. Si el nuevo presidente de México representará un riesgo para el imperio, y el ascenso de AMLO estuviera soportado únicamente por la decisión de los mexicanos, ya estarían planificando un golpe de Estado como sucedió en muchos países de Centro y Sudamérica. No es el caso de México, porque el ascenso de AMLO está soportado, como se dijo, no solo en las urnas sino en las negociaciones con la Casa Blanca.

El futuro de México no está en las manos de AMLO, él abre una oportunidad histórica para que la sociedad civil transite del milenarismo a la organización comunitaria y se impida que dentro de seis años retornen fortalecidos el PRIAN, Televisa y todos sus secuaces.

Los aciertos y fallas del gobierno de AMLO serán responsabilidad de todo el pueblo, si hay aciertos es porque se movilizó y si hay fallas y finalmente una derrota en las próximas elecciones es, simplemente, porque el pueblo de México, es decir cada uno de sus habitantes, no supo estar a la altura de las circunstancias.

La posibilidad real de cambiar el destino de México no está en un gabinete, por más adecuado que sea, está en cada calle, en cada barrio, en cada colonia, en cada familia y en cada comunidad. Mejorando la solidaridad entre los mexicanos, trabajando por un intercambio comercial justo, mejorando la calidad de los productos, reduciendo la generación de residuos y muchas otras acciones cotidianas, se construye el futuro, con lo contrario se fortalecen los argumentos de las mafias y su retorno.

Ya se acudió a las urnas, ahora hay que transformar México, cada uno desde su visión, desde sus ideas, lo fundamental es que haya tolerancia y solidaridad, asociacionismo, organización comunitaria. Si continua la desidia de los mexicanos no habrá futuro, habrá pasado y la pérdida de una oportunidad histórica.

La agenda de México tiene muchas aristas y contradicciones, la enseñanza deberá seguir siendo escolarizada o se deberán abrir más oportunidades a la desescolarización de la enseñanza; la salud de los mexicanos debe seguir soportada en el paradigma médico-farmacéutico o se debe fortalecer y ampliar la diversidad de terapias naturales; la generación de ingresos debe continuar con base en la generación de empleo o mediante el estallido de un movimiento emprendedor; la conservación de los recursos naturales debe continuar centralizada en instituciones inoperantes o debe asumirse como deber de cada ciudadano. La cultura y todas sus manifestaciones debe seguir bajo el control institucional o cada mexicano y mexicana debe dar rienda suelta a la creatividad y asumirse como agente de cambio. Estos son los verdaderos retos de México, AMLO es el pretexto, la realidad la haremos todos y cada uno de los mexicanos.