Sanar toda aflicción y dolencia, acción organizada de la comunidad

Por Joaquín Antonio Quiroz Carranza

TEQUISQUIAPAN, QRO., 13 de junio de 2018.- Al ser humano, bajo el capitalismo neoliberal, lo afligen multitud de circunstancias, desde las globales como el calentamiento del planeta, la degradación ambiental y la extinción de especies; las regionales como las guerras y matanzas, hasta las económicas como el desempleo, la escasez, entre muchas otras. La causa primigenia de todo el complejo de afecciones (sean emocionales, biológicas, sociales y económicas), está en la injusta distribución de la riqueza, la esclavización laboral y la alienación cultural, verbigracia la enseñanza escolarizada.

Dice Mateo (9:28-10:5), describiendo las enseñanzas de Jesús, que él los instruyó “para que echasen fuera y sanasen toda aflicción y dolencia”, en esa época, dicha instrucción, podría interpretarse como dirigida únicamente a las personas con diversas afecciones, pero hoy debe entenderse más incluyente y abarcar no sólo a los hombres y las mujeres, sino también a todos aquellos seres humanos que perceptualmente no encajan en este binomio como  los animales domésticos y los silvestres, los ecosistemas, las cuencas hídricas, el suelo, el aire, las relaciones sociales y familiares, es decir,  todas las circunstancias que dañadas por la avaricia y el lucro, afligen y laceran el cuerpo y el alma de los seres vivos.

La destrucción de los ecosistemas, el saqueo de los recursos naturales, la destrucción de las culturas ancestrales, la explotación del trabajo asalariado, la alienación cultural, el asesinato y desaparición forzosa, la corrupción en todas sus formas y niveles, son acciones generadas por ciertos grupos humanos que laceran y afligen al resto de las poblaciones.

Sanar la aflicción y el dolor representa una acción de auto-liberación, pues como se anota en los mismos textos de Mateo, sólo hay que temer “a aquellos que pueden destruir el alma”, porque ésta al fragmentarse y/o perderse, elimina en los individuos la sensibilidad y la razón, la solidaridad y el amor, y se convierten en seres desalmados, criminales de cuello blanco o de cualquier otro tipo “porque ¿qué aprovechará el hombre si gana todo el mundo y pierde su alma?”

Sanarse y sanar implica el entendimiento de que las emociones exacerbadas como la frustración, la ira, la tristeza, el rencor, entre otras, emergen debido al apego y a la construcción de falsas expectativas como son: el éxito, el reconocimiento social, los estándares físicos, la indumentaria, la riqueza y el “vivieron felices para siempre”, entre muchas otras. Y que mantener un alma en equilibrio requiere necesariamente ejercitar cotidianamente el desapego material, los buenos pensamientos y las buenas acciones, porque según el apóstol citado, Jesús dijo: “lo que sale de la boca es lo que contamina al ser humano”: malos pensamientos, deseos de muerte, corrupción, falsos testimonios, mentiras, odio, entre otras emociones.

El complejo médico-farmacéutico, con todo su arsenal químico y terapéutico, no busca la sanación pues el alma (esa entidad energética) no es reconocida por la ciencia positivista, por lo tanto su objetivo es la “curación”. Curar es eliminar los síntomas de las dolencias, pero no transforma las causas primigenias que las provocaron. De esta forma, al curar se pone a los individuos en la situación previa a la manifestación de la dolencia por lo que ésta, evidentemente,  vuelve a presentarse.

Para sanar las aflicciones y dolencias se requiere hacerlo mediante la participación organizada de la comunidad, bajo un esquema autogestivo, en este sentido el ejemplo más difundido a nivel mundial es precisamente el de Jesús, quien “llamó a sus doce discípulos, los pequeñitos, y los ungió con la autoridad para sanar a los afligidos y a los dolientes”, esta acción debía hacerse sin “llevar oro, ni plata, ni cobre en sus alforjas”, porque para entender basta la palabra y “el que tenga oídos para oír, que oiga”.

Sanar y sanarse no tiene tiempo ni espacio específico, mientras haya un ser humano o cualquier otra especie biológica que lo requiera; y haya quien tenga solución, que acuda, y quien posea disposición, que acepte, pues la sanación del alma lleva implícita la del cuerpo y viceversa. La salud y la dolencia son un proceso continuo; cuando las condiciones y recursos son adecuados, predomina la salud, cuando éstas son alteradas, aparece la dolencia. Las condiciones naturales, sociales, psíquicas y económicas afectan positiva o negativamente la salud individual y comunitaria.

Bajo el modelo capitalista neoliberal actual existen múltiples contradicciones antagónicas las cuales provocan afecciones y dolencias, cualquiera de éstas puede ser explicada por las contradicciones generales de la época, sean  en lo laboral, académico, familiar, urbano, rural, global, regional o local. Así, la explotación del trabajo asalariado o el desempleo, la guerra o la violencia local, el rechazo, el abandono o las falsas expectativas, explican la presencia de afecciones como la diabetes, hipertensión, cáncer, cálculos biliares o renales, dolores menstruales, entre muchas otras. Impulsar la sanación implica participar activamente en la transformación positiva del entorno.