Emisiones de los hornos Ladrilleros contaminan productos agropecuarios y sus derivados


Joaquín Antonio Quiroz Carranza

QUERÉTARO, QRO., 31 de enero de 2025.- Como han informado reiteradamente diversos estudios científicos y académicos, los hornos ladrilleros artesanales del corredor San Juan del Rio- Tequisquiapan (San Pedro ahuacatlan, Vistha, San Nicolás y Bordo blanco) que en total suman 395 unidades, emiten a la atmósfera 424,625 toneladas anuales de partículas atmosféricas.

Las emisiones atmosféricas anuales de los 395 hornos ladrilleros del corredor San Juan del Río-Tequisquiapan equivalen, en cantidad, a las generadas por 106 mil vehículos automotores particulares, está cifra representa el 25% de todo el parque vehicular particular del estado de Querétaro.

Lo anterior es una representación cuantitativa, pero en el terreno cualitativo, los gases emitidos por los hornos ladrilleros contienen níquel, formaldehido, benceno, furanos, mercurio, plomo, dioxinas, bifenilos policlorados, hexaclorobencenos, y otros, sustancias que son bioacumulables y no biodegradables, es decir la naturaleza no tiene forma de degradarlas. Bioacumulables, significa que al ser absorbidas por los cultivos, estás sustancias pasan a los animales domesticos y el consumidor final: el ser humano es quien las concentra en su organismo.

Entre los cultivos más representativos en la región descrita se encuentra la alfalfa, alimento básico para el ganado lechero, cereales, hortalizas incluso algunos viñedos. Esto significa que esos productos agrícolas y sus derivados como son el vino, los jugos, las mermeladas, los encurtidos, los deshidratados y otros, así como los obtenidos de la producción pecuaria como es la carne, queso, leche, yogurt, entre otros, contendrán cantidades altamente significativas de esos contaminantes, que en estricto sentido, algunos productos NO son aptos para el consumo humano.

El epicentro de esta problemática son las localidades mencionadas, desde allí los vientos arrastran el particulado atmosférico miles de kilómetros a la redonda. Al sedimentarse, las partículas atmosféricas son lixiviadas por la lluvia, es decir las llevan a los acuíferos subterráneos, desde los cuales se extrae agua para consumo humano, así mismo la precipitación pluvial las arrastra al río y éste las conduce hasta el Golfo de México, donde son absorbidas por peces, crustáceos y mariscos, productos que son distribuidos en cadenas de mercadeo y consumidas por el ser humano.

Las dioxinas, bifenilos policlorados, furanos, hexaclorobencenos y demás contaminantes emitidos por los hornos ladrilleros provocan cáncer, alzheimer, parkinson, daño hepático, renal, dérmico, malformaciones congénitas, daño a genitales, entre otros problemas a la salud humana.

Específicamente las 4 sustancias antes mencionadas son unas de las 12 más tóxico-peligrosas que el ser humano ha sintetizado y dispersado en grandes cantidades, han sido prohibidas por organismos internacionales y México es signatario de los acuerdos internacionales que buscan evitar su generación y dispersión, obvio es decir, que son letra muerta.

Sin la menor duda, desde la barbacoa, hasta los vinos y quesos gourmet, las hortalizas, carnes, embutidos y procesados, elaborados con materias primas de la región presentarán algunos de los contaminantes mencionados, bastaría hacer muestreos y los análisis correspondientes para cuantificar sus cantidades, pero su presencia es innegable.

¿Qué podemos hacer? Lo primero es evitar el Síndrome de la Avestruz, es decir la negación, el “voltear para otro lado”, o mentir y querer salvar “mi producto o negocio” es fundamental reconocer que el problema existe. Invisibilizarlo no significa eliminarlo.

Segundo. Es necesario desarrollar iniciativas para documentar cada etapa del problema y determinar soluciones a corto, mediano y largo plazo. En las cuales la participación de la sociedad en su conjunto es fundamental.

Una de las iniciativas más estructuradas, es la propuesta de sustituir los desechos y residuos tóxico peligrosos usados actualmente, por biocombustible sólido (briquetas), el cual se pretende entregar gratuitamente a los productores ladrilleros, con lo cual estos ahorrarán $17,500 pesos en cada horneada y se evitará seguir lanzando al ambiente sustancias dañinas.

Además del cambio de combustible, es necesario realizar plantaciones masivas de especies nativas: mezquites, huizaches, encinos, etc., que contribuyan a absorber y retener las sustancias tóxico-peligrosas, así como el desarrollo de iniciativas biotecnológicas para restaurar los ecosistemas.