Brujas, inquisición y patriarcado: economía del sometimiento

Por Joaquín Antonio Quiroz Carranza

QUERÉTARO, QRO., 12 de noviembre de 2024.- Enterarse de hechos violentos contra mujeres, que incluyen el sojuzgamiento verbal, opresión patrimonial, control económico, violencia sexual y física dentro de los hogares, acoso sexual en la fabrica, oficina, escuela o en la calle, indigna. Pero al analizar estos fenómenos surgen preguntas como: ¿por qué ocurren estos comportamientos?, ¿cuáles son las causas originarias y las condiciones que las reproducen?

Para entender el fenómeno hay que remitirse a la economía de los modelos sociales, los cuales desde la prehistoria han existido y se han transformado manteniendo la contradicción fundamental: explotador-explotado. Esto es, para que los grupos hegemónicos esclavistas, feudales, iglesias, capitalistas, etc, concentren y acumulen riqueza material, deben arrebatársela a los más, mediante su sometimiento como esclavos, siervos o trabajadores asalariados, pero para lograr esto, los sistemas económicos, en primer lugar deben someter y controlar a la mujer, la cual como hembra paridora ha de dar el fruto de su vientre al sistema de explotación.

La mujer paridora es la única que, como esclava, sierva, trabajadora asalariada o esclava del hogar, puede generar la única mercancía capaz de producir todas las demás mercancías: la mano de obra. Por ello, cuando en el medioevo las mujeres sabias, brujas, ofrecían sus conocimientos para evitar el embarazo o abortar, la iglesia las condenó vinculándolas con lo demoniaco y sometió a millones a la hoguera, hoy se les dice criminales y se les condena a la cárcel.

Hoy la mujer, desde su más tierna infancia, se ve sometida a patrones y modelos: peso, talla, forma del cuerpo, color de piel, cabello y ojos, uñas, pestañas, forma de vestirse. Se le educa para rechazar y negar la menstruación, puesto que la hace impura (Levítico 15:19). La palabra impura significa: mancha, suciedad, por lo que, este proceso fisiológico, se mira con asco y genera vergüenza, por ello se esconde y niega.

Para algunos y algunas, la mujer es objeto, no sujeto. No opina, debe callar. No toma decisiones, no debe expresar sus sentimientos y emociones, si lo hace es histérica. Aun hoy es común escuchar que una mujer se nombra EMMC “Estudio Mientras Me Caso”.

Por lo antes mencionado, las llamadas enfermedades de la mujer, son resultado de una condición opresiva y violenta, de un sistema patriarcal soportado por una ideología de la culpa y el pecado, pues la mujer, bajo el patriarcado, es la pecadora originaria, ya que ella comió el fruto del árbol del conocimiento (Génesis 3:3). En realidad dicho fruto les abrió los ojos y “se dieron cuenta de que estaban desnudos”.

El sometimiento de la mujer tiene un basamento económico, pues de esa forma se controla cuántos trabajadores han de nacer para ofrendar su vida en la hoguera de la economía capitalista patriarcal.