Por Raúl Reyes Gálvez
SAN JUAN DEL RÍO, QRO., octubre 27 de 2024.- Este artículo explora cómo Morena ha sabido utilizar el caos en la legislatura de Querétaro y en las calles como una estrategia para consolidar su hegemonía política, desafiando la estabilidad del PAN y aprovechando el descontento social.
La crisis en la legislatura de Querétaro es un claro ejemplo de cómo el caos puede convertirse en una herramienta estratégica para consolidar el poder. Morena ha sabido capitalizar la desorganización y las disputas internas para afianzar su hegemonía.
La teoría del caos, aplicada a sistemas políticos complejos, sugiere que pequeñas decisiones pueden provocar efectos desproporcionados. Esta dinámica se evidencia en la reciente crisis legislativa en Querétaro, donde tras la postergación de la elección de la Mesa Directiva y en este momento la disputa por la comisión de presupuesto. Este fenómeno no es casualidad: es el resultado de un contexto en el que las decisiones erráticas de los actores políticos han llevado a una fragmentación que, lejos de debilitar a Morena, ha fortalecido su posición.
El Partido Acción Nacional (PAN), tradicionalmente hegemónico en la región, enfrenta una crisis de liderazgo que se refleja en su incapacidad para controlar la narrativa y la dinámica legislativa. La reciente propuesta de reducir prerrogativas, en contradicción con su historial de aumentarlas, muestra una falta de coherencia y adaptabilidad que ha debilitado su imagen pública. En este escenario, la pérdida primero la presidencia de la Mesa Directiva y no tener control sobre la comisión de presupuesto, un órgano crucial para el manejo de los recursos públicos, simboliza un grave error político que podría tener consecuencias a largo plazo.
Subrayemos que Morena entiende la necesidad de cuestionar y pelear por el espacio democrático frente a instituciones que se vuelven cada vez más desafiantes. Este principio es especialmente relevante en Querétaro, donde el caos interno del PAN es el terreno fértil para que Morena consolide su discurso hegemónico. La batalla por la narrativa es el eje central: mientras el PAN intenta sostener una imagen de orden, Morena aprovecha el caos para presentarse como la alternativa que entiende y capitaliza el descontento popular.
Sin embargo, la estrategia de Morena no se limita a las disputas internas en la legislatura. Los legisladores de Morena han tomado una postura activa en las calles, adoptando las demandas sociales que el PAN ha desatendido. Cuestionan públicamente la falta de atención a los problemas que enfrenta la ciudadanía, desde el acceso al agua hasta la inversión en infraestructura. Al hacerlo, están generando caos en el discurso público con una directriz clara: desafiar el statu quo y posicionarse como la fuerza política que realmente escucha al pueblo.
Este tipo de estrategia se basa en la “lucha por la hegemonía”. Morena está utilizando el descontento popular como una plataforma desde la cual puede posicionarse como el partido que actúa en favor de la ciudadanía, mientras que el PAN queda atrapado en una narrativa de ineficiencia y desconexión. Generar caos no es un fin en sí mismo, sino un medio para romper la imagen de estabilidad y control que el gobierno panista intenta proyectar.
La situación en Querétaro muestra que el caos no es sólo un fenómeno externo, sino también un recurso interno. La gestión de esta crisis por parte de Morena ha sido hábil, posicionándose como el partido que ofrece soluciones en un contexto de creciente desconfianza hacia las instituciones tradicionales. Esto resuena con las ideas del político español Iñigo Errejón sobre la lucha hegemónica, donde el poder se disputa no sólo en el terreno institucional sino también en el ámbito semántico y simbólico de la política.
El control del lenguaje y la narrativa política ha sido crucial en este entorno. En tiempos de confusión como los actuales, las palabras adquieren un peso específico en la construcción de realidades. Otro político español, Juan Carlos Monedero, en El gobierno de las palabras, explica cómo la política contemporánea depende de la capacidad para definir los términos de la conversación pública. Morena ha sabido manejar un discurso que conecta con las preocupaciones de la ciudadanía, presentándose como un partido que está del lado de la gente, a pesar de las críticas y desafíos que enfrenta.
El caos que Morena ha desatado en la legislatura y en las calles está estratégicamente dirigido. Al generar desorden y cuestionar la inacción del PAN, están modificando las reglas del juego político. La incapacidad del PAN en la legislatura para adaptarse a este nuevo escenario político pone en evidencia la fragilidad de un sistema que se creía sólido. La lucha por el control de la narrativa se ha transformado en un campo de batalla donde el desorden de las instituciones y la fragmentación de la oposición a nivel nacional han permitido a Morena avanzar.
La teoría del caos ofrece una perspectiva útil para comprender cómo pequeñas decisiones pueden generar transformaciones radicales en el poder político. En Querétaro, el caos no es el fin, sino una herramienta estratégica que Morena está utilizando para reconfigurar el mapa político de la región. Al movilizar a sus legisladores tanto en la legislatura como en las calles, Morena ha logrado posicionarse como la fuerza política que entiende las necesidades del pueblo y actúa en consecuencia.
La situación en la legislatura de Querétaro es un ejemplo paradigmático de cómo el caos puede ser utilizado estratégicamente para consolidar el poder. Morena, al capitalizar la desorganización del PAN y las demandas sociales desatendidas, se erige como la alternativa hegemónica en un entorno cada vez más volátil. En tiempos de confusión, el control de las palabras y la capacidad de adaptación son cruciales para la supervivencia política. La historia nos enseña que el caos no es el fin sino el principio de nuevas posibilidades.
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