Contra toda inquisición, la resistencia e insumisión

Por Joaquín Antonio Quiroz Carranza

QUERÉTARO, QRO., 26 de octubre de 2024.-Noviembre es un mes sincrético, día de muertos, día de brujas, ignorancia y desmemoria, pan de muerto, dulce o broma y olvido. Pero también es un buen pretexto para reflexionar sobre las brujas, su cacería, la acumulación originaria y los crímenes en nombre de Dios.

Retomando la poderosa reflexión de Michel Onfray en su libro “Política del rebelde. Tratado de resistencia e insumisión” Editorial Anagrama, que versa sobre los crímenes del nazismo y la importancia de contribuir sin descanso a recuperar la memoria, sus tesis se aplican perfectamente al holocausto sufrido por las brujas del medievo, los pueblos nativos americanos aniquilados por los invasores europeos, los africanos arrancados de sus tierras y traficados como bestias, bajo la bendición de las iglesias católica y protestante, o el genocidio del pueblo palestino por los judíos-sionistas.

Callar y “celebrar” el sincretismo del haloween-hanal pixan, es ser cómplice. Llenar el altar con símbolos judeo-cristianos es avalar las masacres que las religiones y sus estructuras eclesiásticas hicieron y hacen. Porque no existe división, religión e iglesia son una unidad. 

Parafraseando a Onfray es necesario decir: por todas aquellas y aquellos que no conocieron otro destino que la hoguera, las torturas, el calabozo, la violación sexual realizada por sacerdotes y carceleros sobre sus cuerpos desgarrados, la persecución, el marcado con hierro incandescente. Por aquellos, niños y niñas, mujeres y hombres que fueron y son mancillados, envilecidos, humillados, destruidos, quebrados con la complicidad de las religiones, ni perdón ni olvido. 

Recordar, recuperar la memoria para tomar el cielo por asalto y conquistar la libertad, esa condición de gozo infinito, de disfrute del propio cuerpo, única oportunidad de vivir la brevísima estancia en este plano existencial. Eso que les ha sido arrancado a millones de individuos mujeres, hombres, niños, niñas, ancianos. La inquisición o los campos de concentración nazis son parte de una misma ideología-religión. 

Dios es una institución creada por humanos, como los ejércitos, como los gobiernos o el matrimonio, es una ideología. Dijo Ignacio Ramírez, “El Nigromante” “No hay Dios, los seres de la naturaleza se sostienen a si mismos”. Aceptando sin conceder, si éste existiera, y fuera una entidad todopoderosa, omnisciente y omnipresente, sería imposible que avalara los crímenes que en su nombre se han hecho, a menos que fuera una entidad cruel y sanguinaria.

Siguiendo las huellas de Onfray, ni Dios, ni ideología, ni patria, ni bandera importan cuando un individuo sufre, cuando un individuo siente hambre, dolor, desesperación, agotamiento, soledad, abandono. Cuando las niñas son obligadas a parir, o si deciden abortar, condenadas a prisión, aún hoy vive la inquisición, hoy con otros nombres las brujas-sanadoras son perseguidas, denostadas, caricaturizadas.

La libertad, ese estado de gozo individual y colectivo, sin hacer daño a nada ni a nadie, es lo que las morales, las religiones, las iglesias, los estados han querido eliminar: la individualidad de cada ser humano para convertirlo en bestia o cancerbero.