La untura de las brujas

Joaquín Antonio Quiroz Carranza

SAN JUAN DEL RÍO, QRO., 22 de octubre de 2024.- Curiosas y curiosos me preguntan, tras leer la nota anterior ¿dónde consigo el ungüento?, ¿de verdad hace volar?, ¿es un potenciador del placer sexual?, las respuestas las dará la experiencia de cada cual, cuando dispongan de la untura de las brujas y puedan, después, dar su testimonio.

Existen múltiples recetas de la untura de brujas, a cual más de secretas, por ejemplo la Paharmacopeia matritensis de 1762 aconseja elaborarla de la siguiente manera -Se echan tres libras de yemas de “álamo negro” recién cortadas, en seis libras de manteca de cerdo sin sal; se mezclan y, colocadas en una vasija de barro vidriada, se dejan macerar en un lugar moderadamente cálido hasta que, llegado el verano, se puedan añadir hojas frescas de “simpreviva mayor”, “siempreviva menor” o “apio de perro”, otra llamada “lechuga”, así como “violeta” “belinuncia” y “ombligo de Venus”, todas ellas cosechadas en cementerios, orilla de ríos, basureros, en la tierra debajo de las horcas, también sirven para este fin la “cincoenrama”, “nuez de Betel” y el “tragacanto”-.

Entre las virtudes atribuidas a la untura de las brujas, están las afrodisiacas, por ello desde la antigüedad, por ser la sexualidad, la actividad más condenada por las ideologías religiosas represoras, es la que más causaba interés y curiosidad, y por ello se preparaban bebidas mágicas y filtros de amor, cuyas fórmulas eran guardadas celosamente por alquimistas y brujas. También al ungüento de brujas se le atribuye propiedades analgésicas contra neuralgias o dolores de cualquier tipo en el cuerpo o articulaciones, sean de origen artrítico o por golpes externos, inflamaciones como las várices, hemorroides o contusiones.

Pero, tal vez, la virtud más interesante de la untura de las brujas es la ingravidez, esa posibilidad de volar libres o bien sobre un objeto como la escoba. La posibilidad de violentar la ley de la gravedad, es sin duda lo que más atrae. Viajar sobre llanos y cerros o convertirse en otro ser, sea ésta una lechuza o cuervo, perro o coyote, y desplazarse sin ser visto por el vecindario.

La mezcla de las distintas plantas mágicas, además de potenciar el placer sexual, hacer volar por los aires a las personas y transformarlas en seres diferentes, poseen la virtud de rejuvenecer, es decir recuperar las características y capacidades de los años mozos, dar brillo a los ojos y hacer vivir a la persona largos momentos de libertad.

Entre las viejas páginas de un libro negro de una bruja de la edad media se leyeron las siguientes instrucciones: “ésta untura se elabora en un caldero de bronce. Es ideal para eliminar dolores musculares o articulares, así como hemorroides o cualquier tipo de inflamación. Untarlo en todo el cuerpo causa profundo sueño, ligereza, ingravidez, capacidad de volar por los aires, grandes placeres sexuales y otros deleites”.

La cacería de brujas, no solo tuvo como objetivo, destruir la libertad de las mujeres sobre su propio cuerpo y convertirlas en productoras de la única mercancía capaz de generar todas las mercancías: los hijos-vendedores de fuerza de trabajo, sino además, arrancarles el conocimiento construido a lo largo de los siglos y trasmitido de madre a hija, generación tras generación. Hoy recuperar el conocimiento y la práctica de las brujas y brujos, es tal vez, la tarea más relevante, puesto que la vida y la muerte de las personas, la calidad de su existencia esta controlada desde centros de poder que deciden todo lo que cualquier persona hace, aún el hecho de sentirse libre.