Akelarre: conocimiento, fiesta y placer

Joaquín Antonio Quiroz Carranza

QUERÉTARO, QRO., 21 de octubre de 2024.- El ser humano es un ser social, requiere para su sobrevivencia, crecimiento, desarrollo y evolución, del intercambio físico, biológico, económico y cultural con otros individuos de su misma especie biológica.

Los tianguis, mercados, fiestas o aquelarres, han sido, en distinto momento histórico, esa oportunidad de intercambio comunitario.

Particularmente el aquelarre, palabra cuya raíz etimológica viene del vasco y significa “reunión nocturna”, no era otra cosa que un evento clandestino, donde hombres y mujeres, practicantes de la herbolaria, la partería y otras artes de la salud popular y comunitaria, intercambiaban sus saberes y gozaban la libertad, actividades prohibidas por el estado feudal, la iglesia católica y protestante.

El aquelarre, Sabbat o sábado de brujas, además de ser un espacio para el intercambio de conocimientos, semillas, hierbas e información, se degustaban alimentos, se bailaba, cantaba y amaba, casi siempre a la luz de la luna, en plena libertad. Las brujas y brujos, mujeres y hombres sabios, dominaban las artes de la anticoncepción, las formas de potenciar el placer sexual y liberar sus energías sin doblegarse a las limitaciones impuestas por la iglesia: los eternos pecados y culpas, esa lacra de mentiras.

Obviamente que, para los estados feudales y las iglesias católica y protestante, las curanderas, hierberas, parteras y sus aquelarres, no eran otra cosa que brujas diabólicas, que se reunían con el macho cabrío, practicaban el sexo libertino, adoraban al diablo, practicaban la antropofagia (sobre todo de niños) y el vampirismo. Lo mismo han dicho los imperialistas de los comunistas.

Para volar y asistir al aquelarre, la bruja se desnudaba de noche, se untaba el cuerpo con una pomada verde conocida como el “ungüento de las brujas”, se montaba en su escoba y repetía: “por encima de ríos/ por encima de escayos/ por encima de montes/ con todos los diablos.”

El segoviano Andrés Laguna (1599-1560), médico personal del Emperador Carlos V, del Papa Julio III y del Rey Felipe II, con más de 30 libros escritos y la traducción de la “Materia Médica de Dioscórides”, fue el que demostró los efectos y sensaciones placenteras del ungüento de las brujas. Por su parte Pedro Ciruelo (1470-1560) en su “Reprobación de las supersticiones y hechicerías”, anotó “las brujas se untan con ungüentos, dicen palabras mágicas y saltan por la chimenea del hogar o por una ventana y van por el aire, viajan a tierras lejanas y vuelven diciendo cosas que allá pasan”.

Un experimento realizado por Andrés Laguna con la mujer del verdugo, que de celos había perdido totalmente el sueño, tras untarle el cuerpo con el ungüento, la mujer se durmió profundamente y tras 26 horas de sueño fue despertada y lo primero que dijo fue “porque en mal punto me despertaste, que estaba rodeada de todos los placeres y deleites del mundo, y mirando a los ojos a su marido le dijo sonriendo: tacaño te hago saber que te he puesto el cuerno y con un galán más mozo y más estirado que tú…” y pidió que la dejaran volver a su dulce sueño.

El unto o ungüento de brujas, se demostró, que causa sensación de ligereza y de ingravidez, sensación vívida de estar volando. Por otra parte una de tantas ancianas acusadas de brujería por la inquisición declaró que tras untarse el cuerpo con el ungüento “mudamos forma, y convertidas en gallos, lechuzas o cuervos, vamos a lugar donde nuestro dueño nos espera, y allí cobramos nuestra primera forma y gozamos los deleites que nos tiene preparados… buenos ratos me dan mis unturas…y el deleite imaginado es mucho mayor que el gozado”. También, el ungüento de las brujas es excelente para calmar el dolor, eliminar las hemorroides y quitar la leche de los pechos.

La obra cinematográfica Akelarre, de Pablo Agüero, narra como en 1609, en el país Vasco, un grupo de mujeres jóvenes, fueron acusadas de brujería, encarceladas y torturadas; ellas, con el fin de posponer su ejecución deciden engañar y atormentar al inquisidor con historias inventadas del sabatt o aquelarre. Deciden mostrar a detalle y representar esa festividad para los inquisidores. Las muchachas llevan la fiesta a un nivel, donde, en su punto más álgido, vuelan y desaparecen, dejando a los inquisidores extasiados y engañados.

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