Por Axel Illescas
La mira de todo México se posó sobre las elecciones hechas hoy en los estados de Coahuila e Hidalgo, no sólo por tratarse de renovación de representantes en dichos estados, sino por el precedente de la instalación de 54 casillas con urna electrónica en 10 distritos electorales, en el caso de Coahuila, y la instalación de 40 casillas con urna electrónica en 4 municipios de Hidalgo, lo que significa un avance hacia el votar electrónicamente en todo el país.
El Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE), tomó la determinación de implementar el uso de urnas electrónicas en algunas casillas de las entidades de Coahuila e Hidalgo, esto para que fuera más ágil el escrutinio y cómputo de los votos, así como la generación de los resultados de cada elección, lo que reduce costos en la realización del proceso y eficienta las votaciones.
En términos generales, la urna electrónica sustituye a los mecanismos tradicionales para la emisión del voto (boleta impresa y urna) y se encuentra dotada de una pantalla sensible al tacto que permite al elector acceder a una boleta cuya imagen gráfica se encuentra en forma digital para ejercer su voto, posteriormente las urnas guardan el voto y lo vinculan para un mejor conteo, sin necesidad de intermediarios humanos.
Desde hace varios años, el voto a través de urna electrónica es una realidad en países como Estados Unidos, Guatemala, Argentina, Brasil, Holanda, entre muchos otros; y a nivel estatal, en México se han implementado con carácter vinculante en elecciones constitucionales, así como en diversos mecanismos de participación ciudadana y ejercicios democráticos, en donde ha quedado de manifiesto su eficiencia y eficacia, como ha sido mostrado en Jalisco, Yucatán, Zacatecas, Baja California y Ciudad de México, por mencionar algunos.
Para que en la República Mexicana se pueda vislumbrar el uso generalizado de votación electrónica, resulta indispensable su implementación paulatina y, por ello, lo sucedido hoy en estos dos estados ofrece elementos suficientes que permiten replantearse los mecanismos operativos para la emisión del sufragio en territorio nacional, siempre al amparo de la conservación de los valores de universalidad, secrecía, libertad e individualidad.
Por lo que no sería una sorpresa que lo de hoy mostrado, haya servido como campo de prueba para lo que sucederá en las elecciones del próximo año, yendo hacia unas votaciones que se apoyen en el uso de tecnologías de la información y la comunicación, para así garantizar mejores resultados.
