Fútbol Mexicano: Violencia, barras bravas, control social

Por Jorge Coronel

QUERÉTARO, QRO., octubre 21 de 2019.- (NOTA: El 02 de marzo de 2017, VOZ IMPARCIAL publicó un texto donde se realizó un análisis sobre la creciente violencia en el fútbol mexicano; hemos decidido rescatar dicho texto debido a su vigencia, un escrito que cobra todavía más vigencia debido a los hechos dramáticos que se suscitaron en el estadio “Alfonso Lastras” de la vecina ciudad de San Luis Potosí el día de ayer. Por lo mismo, sólo se corrigen mínimos párrafos para que quede como anillo al dedo. Ver texto original en: http://vozimparcial.com/2017/03/02/futbol-mexicano-violencia-barras-bravas-control-social/24746/).

Este domingo 20 de octubre del año en curso, otra vez la noticia que acaparó la atención de propios y extraños fue el enfrentamiento físico entre las barras bravas de los equipos de fútbol San Luis y Querétaro.

Y nuevamente el suceso tomó notoriedad única y exclusivamente en la nota roja de los medios de comunicación nacionales e internacionales.

Por enésima vez la ausencia de la academia universitaria: ¿Dónde están los científicos sociales para explicarnos lo que acontece a nuestro alrededor? Pobre academia universitaria: Prácticamente ausente en los temas que sacuden al ciudadano.

Las barras bravas surgieron en la Argentina en plena época de la dictadura militar, siendo en aquellos días el único espacio “democrático” para el ciudadano. Se caracterizan por su ambiente festivo y carnavalesco (bombos, trompetas, confeti, banderas, cánticos…) y el fenómeno se extendió por toda América Latina hasta llegar a México… y a Querétaro.

Como todo fenómeno de cultura popular, este tema es complejo en su análisis; debemos decir que el surgimiento de las barras bravas pone en entredicho la idea de la “modernidad”, es decir, es una respuesta al Estado que creó el positivismo (a saber: El progreso, la inserción social, la institución educativa, la participación en los partidos políticos, etc.). Esta idea se desmorona, entra en crisis y surgen nuevos mecanismos de asociación: El ejemplo son las barras bravas futboleras.

Por supuesto, el sistema político-económico rápidamente reaccionó y transformó al fútbol en un desahogo colectivo. Históricamente el fútbol era un espacio de entretenimiento, pero con la aparición de las barras bravas en Sudamérica, a consecuencia de la represión política, la hinchada popular se transforma en peligro para el poder: Parte de una probable solución fue la institucionalización del fútbol y de las barras bravas.

El fenómeno de las barras bravas, a lo largo y ancho de Latinoamérica, también revela desigualdades de poder (como, por ejemplo, lingüísticas, culturales y, por supuesto, económicas). Al desmenuzar la historia de las cuatro décadas más recientes de América Latina, tenemos que las barras bravas son resultado de muchos factores, destacando las crisis económicas-políticas de nuestros países. El barra brava (o barrista) se considera “excluido” del sistema, por ende, el pertenecer a la barra es asumir que se está para dar “la pelea” al sistema (muchos cánticos, incluyendo los de los barristas queretanos, dicen en sus estrofas que son “los locos”, “los drogadictos”, “los que van a madrear a la policía y a todo lo que se mueva”, etc.). Aunque seguramente el “barrista” no se da cuenta a profundidad del significado de sus acciones o palabras, en el fondo está cuestionando la elitización de las sociedades latinoamericanas: Es una respuesta a la crisis del Estado, ya no a través de un sindicato o un partido político, sino a través de cánticos futboleros.

Repetimos: En el fondo, aunque el “barrista” no esté consciente de su acto, se cuestiona el orden social. Ante esta exclusión y no es nada novedoso decirlo, reunirse en la barra brava es sinónimo de “ser alguien”, es sinónimo de pertenencia, de un lugar de iguales; un refugio de marginalidad (pero no de “marginalidad” al estilo de los conceptos clásicos de la izquierda anquilosada: hablamos de marginalidad al discurso hegemónico. En las barras bravas hay gente de clase media y alta que participa y que no se considera partícipe del orden social imperante. La barra brava es un catalizador de cuestionamientos que tal vez no tienen un discurso coherente).

El fenómeno de las barras bravas se extendió a lo largo y ancho de Latinoamérica, entre otros factores como los ya mencionados, gracias también a los medios de comunicación que contribuyen a la uniformidad de gustos musicales, imágenes, vestuarios… Hay que decir que las barras bravas mexicanas hasta el momento sólo se han dedicado a imitar en todo a las barras bravas sudamericanas, en especial a las argentinas. No hay más allá, es una mera imitación, están en una etapa de mimesis. No hay relecturas del acontecer local (el modelo argentino de barra brava, a excepción de la barra brasileña, prácticamente es el que se ha adoptado en toda América Latina e incluso en algunos países de Europa). En el caso mexicano no hay un fenómeno diferente más que la mera mimesis, insistimos: No hay originalidad o un discurso mítico que justifique la existencia de la barra.

Otra gran diferencia es que las barras bravas mexicanas tienen poco peso en las decisiones del club de fútbol al cual alientan; sus pares sudamericanas, por el contrario, en los casos extremos deciden qué jugadores serán contratados, cuáles no, manejan boletos de entrada al estadio y son utilizados por los dirigentes como grupos de choque.
Seguiremos analizando qué pasa con ellas y cómo serán (o ya son) usadas por el poder político-económico en turno.

Esto es lo interesante, ¿Cómo serán usadas las barras bravas, incluso por otros poderes como el narco?