El Anáhuac ante la cuarta transformación

Por Guillermo Marín Ruiz

(el autor es Investigador y Promotor Cultural de La Civilización del Anáhuac ; escritor y uno de los principales promotores en el país del pensamiento descolonizador. Este martes 16 de octubre de 2018 recibió el Honoris causa por la Universidad José Vasconcelos –UNIVAS- en la ciudad de Oaxaca, debido “a su contribución al servicio de los demás y al conocimiento”. Ésta es la primera de varias colaboraciones de Guillermo Marín Ruiz para VOZ IMPARCIAL y sus lectores).

OAXACA. Oax.- Resulta un gran riesgo para El Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), el mantener una visión colonizada y decimonónica del país. Se pretende “rescatar a México, de llevarlo a escenarios de justicia, bienestar y progreso”, pero se corre un gran riesgo de volver a cometer los mismos errores de mucha gente -bien intencionada- en estos apenas 194 años de vida que tiene el país. Hablar de “La Cuarta Transformación” sin tomar en cuenta los diez mil años de Civilización Madre es un error. La primera transformación de México se realizó con la “Guerra de Independencia” y la Constitución de 1824.

La Segunda Transformación es la Guerra de Reforma y la Constitución de 1857. Finalmente, la Tercera Transformación es la llamada “Revolución Mexicana” y la Constitución de 1917. Pero se nos olvida que este país se creó con la invasión violenta e injusta a una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo. Y la que, por cierto, alcanzó la más alta calidad de vida para todo su pueblo en la historia de la humanidad, No podemos dejar de tomar en cuenta cuando pensamos en nuestro país que en el Anáhuac se inventó el maíz (el alimento más sembrado en el planeta).

Que aquí se inventó, antes que en cualquier parte del mundo, el cero matemático y la primera calculadora. Que se investigó, como nadie, la mecánica celeste que dio como fruto la creación de la cuenta perfecta del tiempo con cinco medidas astronómicas de la Luna, el Sol, Venus, las Pléyades y la famosa cuenta larga, con la que se midió el movimiento del planeta en torno al centro de la galaxia. Que aquí se instauró, por decenas de siglos, el primer sistema de educación, obligatorio, público y gratuito. Que se inventó y cultivó el chocolate, la vainilla, el amaranto, el nopal, el huazontle y la chinampa con sus tres cosechas al año.

Tal vez no sepan que las seis civilizaciones Madre construyeron pirámides sin ponerse de acuerdo y que, nuestros Viejos Abuelos, fueron los que construyeron más pirámides. Somos un milenario pueblo sabio. No debemos de olvidar que aquí se inventó, y sigue en funciones, la democracia participativa más antigua del planeta. Para entender “La Cuarta Transformación”, necesitamos tomar en cuenta los diez mil años de Desarrollo Humano anahuaca. Que existe una Civilización Madre y sus múltiples culturas en tiempo y espacio que están vivas y que venimos de una u otra forma de ellas en este prodigo mestizaje.

De los más de 127 millones de habitantes de este país, la gran mayoría es hijo de la Civilización Madre. No quiero decir que sean “pueblos originarios o indígenas”, ni que se emplumen y dancen los fines de semana en los atrios. Me refiero a la forma de percibir la vida, la muerte, la familia, la naturaleza o el trabajo. Su noción del “mundo y la vida”, -en lo esencial, en lo vital-, está más cerca de la Toltecáyotl, que de las culturas de Francia, España o Inglaterra. Tenemos que descolonizar “el nacionalismo eurocéntrico”.

Debemos ser más claros en la lucha contra los “globalizadores” y no debemos olvidar que el “liberalismo es eurocentrico”. En 1824 un puñado de criollos y gachupines “liberales” crean su país, “de ellos y para ellos”, excluyendo al pueblo indígena, que en ese momento era la inmensa mayoría. Las políticas económicas liberales y neoliberales de Porfirio Díaz y José Limantour, como las de Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray, son las mismas. Tanto en unos y en otros el pueblo es mano de obra barata y los recursos naturales se les entregan a las empresas extranjeras.

¿Cómo entender un “nacionalismo colonizado”? La Patria es el lugar de nuestros padres. Los fundadores de “La Patria” fueron un puñado de criollos y gachupines. En estos 194 años de país, la Patria ha tratado a sus “hijos morenitos” (la mayoría) con “la punta del pie”. Los favorecidos de la Patria han sido siempre los criollos y los hijos de los hijos de los extranjeros avecindados. Sin embargo, a MORENA no se le debe olvidar que también tenemos MATRIA, es decir, nuestra Madre Cultura, que tiene más de diez mil años, y que desde 1521 y luego en 1824, se le trata de destruir y negar tercamente.

En China e India, países tan antiguos como México, sus gobiernos construyen su presente y diseñan su futuro en base a su Civilización Madre. Aquí en México, los criollos liberales, nacionalistas o globalizadores, niegan la existencia, valía y potencial de la civilización del pueblo que tratan de salvar. Atrincherados en el “México imaginario” de Guillermo Bonfil Batalla, cierran los ojos, se resisten a ver el potencial de la Civilización del Anáhuac, ¡para ellos no existe! “Su país nace a partir de la Independencia”. Visualizan y dimensionan una realidad “mocha” que se transforma en una patética irrealidad.

Se desconoce verdaderamente la raíz, la esencia del pueblo que se pretende salvar. Guillermo Bonfil Batalla dice que “El México imaginario” no es que no exista, sino que “es imaginario” porque nunca ha tomado en cuenta al “México profundo”. México es un país nacido de la injusticia y ha vivido de injusticia en injusticia, pero la mayor injusticia es negar su matriz civilizadora. ¿Tendrán la capacidad y la humildad de escuchar los dirigentes de MORENA y los que están trabajando por un cambio verdadero? ¿O será más de lo mismo, “pero de manera diferente”? ¿Qué pasará con el pueblo que está esperanzado, si nuevamente lo vuelven a engañar? Descolonizar es dignificar.