10 cosas que aprendí cuando me quedé sin padres

Por Patricia González Miranda

QUERÉTARO, 30 de marzo de 2019.- No es lo mismo imaginarlo que vivirlo. Cuando muere un padre, te conviertes en un ser vulnerable, ahora si se mueren los dos es un golpe fuerte que dura toda la vida. En mi proceso del duelo, me di cuenta de varias cosas, la mas importante “nadie esta preparado para vivir una pérdida de los seres mas importantes de tu vida”, y ¡claro! es la ley de la vida, pero duele horrores.
Recuerda que tus padres son aquellas personas responsables de ti, de tu personalidad, de tu carácter y de tu filosofía de vida. Gracias a tus padres adquieres tus principios y valores.

Cuando perdí a mi padre, hace ya 11 años, me quedé con mi madre, era mi hombro en donde llorar y yo el suyo, pero, muchas veces al morir los dos, te quedas sin hombro y tienes que llorar en completa soledad. Es ahí, en donde aprendes a valorar todos aquellos momentos juntos, cuando sabes que ya no estarán más.

Todo es un proceso, aprendes a vivir con el dolor de la pérdida, sin embargo, nunca se supera. Por esto te platico 10 cosas que aprendí cuando perdí a mis padres y como vivir con el dolor de su pérdida.

1. Aprendí a disfrutar del momento presente y a decirles a mis hermanos y a mi familia que los amo, incluyendo a mi perro. Recuerdo que todo el tiempo en el hospital se lo decía a mi mamá, incluso no paraba de llamarle mientras estaba en el trabajo para decirle que la amaba. Aunque ya sabía que iba a morir, nunca desaproveché el tiempo para expresar mi sentir, contrario a mi papá, que no me dio tiempo de despedirme de él.

2. Tuve muchos días de depresión, gracias a esto, aprendí a identificar mis emociones. Lo que hacía en esos momentos era ponerme a leer, o salir a la plaza y tomar un café para relajarme y no enfermarme de más.

3. Tratar de no perder contacto con mis familiares lejanos, aunque muchas veces no es lo mismo porque el contacto era directamente con alguno de mis padres, suele pasar el perder contacto y seguir vidas por separado. Una llamada de vez en cuando vale mucho la pena.

4. Mi enojo y mi frustración con el ser supremo era infinita, pero poco a poco vas sanando, no te digo que sea de la noche a la mañana, ¡para nada!, todo lleva un proceso. Te vuelves un ser humano más filosófico y en vez de pensar ¿por qué a mí?, llegas a cuestionarte ¿para qué a mí?

5. Cuando estoy en alguna plaza o centro comercial y escucho a un hijo o hija quejarse de sus padres, en verdad no lo soporto y pienso “ojalá fuera tú, que aún los tienes”. Alguna vez, mientras estaba formada en una fila del supermercado, observé a una adolescente como de 17 años peleando con su mamá, pero con groserías, me acerqué respetuosamente y le comenté “resuelve tus problemas con ellos y disfrútalos al máximo, no estarán contigo toda la vida”, creo que se enojo un poco mas conmigo por meterme en su conversación, pero la realidad es que debemos valorar a nuestros padres.

6. Lidiar con mi soledad no fue nada sencillo, pero creo que es algo indispensable para cualquier ser humano. La soledad nos enseña una de las cosas mas importantes de la vida “conocernos a nosotros mismos”.

7. Muchas veces al no tener con quien platicar nuestro sentir, cometemos el error de hablar con gente equivocada, es me ha pasado muchísimo, pero son experiencias que tienes que vivir. Nadie suplirá a tus padres, hay gente diferente a tus padres, hay personas que no son discretas como tus padres, sin embargo, eso lo vas aprendiendo con el paso de los años.

8. El tiempo lo cura todo o mas bien, casi todo. En la vida, conoceremos personas que nos harán felices, que nos enseñarán y que confiarán en nosotros. Tendremos hijos y una familia, pero jamás podrá compensar la compañía de tus padres. En mi opinión, es una relación única e irrepetible.

9. Aprendí a perdonar. Perdonar es algo tan sano, trae paz y tranquilidad al alma. Estuve varios años enojada con la vida por esa pérdida sin darme cuenta que es algo que tenía que vivir. Era una misión que tenía que aprender. No nos damos cuenta, pero al pasar los meses y los años, aprendemos a perdonar y a perdonarnos.

10. Ayudar a otras personas que han pasado lo mismo que yo ha sido tan gratificante. El poder brindar consejos de lo que he vivido y que otros seres humanos lo tomen en cuenta a es una de las sensaciones mas agradables que he vivido. Todos estamos aquí por una misión, y esa misión es AYUDAR. Ayudar desde el pedacito que nos tocó vivir en todo lo que podamos. Entregar el corazón sin pedir nada a cambio. La vida es eso, disfrutar y ayudar.

Gracias por leerme.

Si estas pasando por una situación similar, no dudes en escribirme.