La Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México y sus desafíos

Por Guillermo Marín Ruiz

OAXACA, Oax., 21 de noviembre de 2018.- El Estado Mexicano desde el año de 1824 de manera consciente, estratégica y concertada ha usado todos los recursos disponibles a su alcance para que la mayoría de los ciudadanos vivan desconectados de su memoria histórica y de su identidad ancestral para que el pueblo – lo mismo los llamados “indígenas”, como los mestizos- no encuentre en su vida cotidiana, sea familiar, escolar, comunitaria y laboral, nexos que los vinculen con la Civilización Madre de la cual ellos forman parte indisoluble.

Con sus tres poderes y sus tres niveles de gobierno, la acción se ha realizado de manera permanente, negando cualquier espacio para recuperar la conciencia histórica y la identidad ancestral. El Estado, directa o indirectamente, explicita e implícitamente, ha coordinado esta acción que ha recibido la cooperación de los grupos de poder económico, las iglesias, las universidades y los medios de comunicación.

Esperamos que esta Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México pueda iniciar la RESTITUCIÓN del pasado ancestral de la Civilización Madre en el pueblo en general, pero en particular, con los niños y jóvenes “indígenas” de este país.

México forma parte de una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del planeta, junto con Egipto, Mesopotamia, India, China y el Tawantinsuyu. Sin embargo, a diferencia de los pueblos de estas civilizaciones, los mexicanos estamos totalmente desconectados de nuestra raíz filosófica cultural ancestral, gracias a los procesos de colonización y epistemicidio que iniciaron desde 1521.

Mientras gobiernos como el de China o India, que construyen su presente con su pasado milenario, el Estado mexicano, desde 1824, ha pretendido amputar la memoria histórica y la identidad cultural ancestral del pueblo. La educación ha sido totalmente occidentalizada, desvalorando y desconociendo la grandeza de la civilización del Cem Anáhuac.

Ha pretendido minimizar los diez mil años de antigüedad a menos de dos siglos con la cultura mexica. En efecto, los casi seis mil años del periodo formativo de la cultura olmeca del Preclásico, así como los mil años del periodo Clásico, con la cultura tolteca, y los más de seis siglos del periodo Postclásico, quedan reducidos, en los libros de texto de la Secretaría de Educación Pública (SEP), a los dos siglos de la historia de la cultura mexica.

La historia ancestral del país queda reducida a dos siglos solamente según la historia de la SEP a la que, por cierto, colonizadamente llama “Historia Prehispánica”. Es decir, la historia antes de los españoles.

Según el Dr. Guillermo Bonfil Batalla, en su libro “México profundo, una civilización negada”, dice que existen dos “Méxicos”. Uno profundo, que hunde su historia en miles de años de la Cultura Madre, y un “México imaginario”, que aparece en 1824. Afirma que no es imaginario porque no exista, por el contrario, es el que siempre ha tenido el poder. Según el Dr. Guillermo Bonfil, este México que surge en 1824 es imaginario porque nunca ha tomado en cuenta al “México profundo”.

En efecto, para lo que hoy es México, para entenderlo profundamente, necesitamos hundirnos y explorar su milenaria historia. Es mucho más antiguo que el siglo XIX o el siglo XVI de la era cristiana. Muy probablemente deberíamos indagar hace diez milenios cuando los Viejos Abuelos iniciaron la invención del maíz en el Valle de Tlacolula, Oaxaca. O en La Venta en Tabasco, o en Chalcatzingo, Morelos o en San José del Mogote, Oaxaca en el 1500 a.C.

Pero también indagaríamos cuando inventaron el cero matemático antes que cualquier Civilización; la primera calculadora del planeta llamada Nepohualtzinzin; o las cinco medidas cósmicas de la mecánica celeste, es decir, la cuenta de los ciclos de la Luna, la Tierra, Venus, las Pléyades o la llamada “Cuenta Larga”.

Para entender esta riquísima y variada pluralidad de pueblos y culturas, de donde se desprende nuestro abigarrado mestizaje, no solamente étnico, lingüístico, sino fundamentalmente cultural, necesitamos conocer los sistemas de alimentación, salud, educación y organización fruto de la Toltecáyotl, la sabiduría y las instituciones de los toltecas, como lo señala el Dr. Miguel León Portilla.

No podemos entendernos sin la comprensión de lo que ha significado para el pueblo de este país su formación en el primer sistema educativo, público, obligatorio y gratuito de la humanidad durante decenas de siglos y que hoy representa un potencial y una rica herencia cultural.

Seguramente será, para La Coordinación Nacional de Memoria Histórica y Cultural de México, uno de los objetivos más importantes el trabajo con “la subjetividad de la historia”, es decir, con los sujetos, antes que con los objetos. Antes que los archivos de papel, seguramente estará el trabajo en la memoria histórica colectiva, en el “banco genético de información cultural” de la civilización ignorada y negada que ahora, gracias a esta Coordinación, podrá restituir la identidad cultural ancestral del pueblo y con ello la dignidad y la conciencia. Felicidades. www.toltecayotl.org