Los alimentos, salud e intolerancia: la realidad en Querétaro

Por Joaquín Antonio Quiroz Carranza

TEQUISQUIAPAN, QRO., 22 de abril de 2018.- Los sistemas de salud convencionales recomiendan que los individuos se alimenten mediante el consumo de todos los grupos nutrimentales: lácteos, carnes, legumbres, verduras y frutas. En el supuesto caso de que se pudiera disponer de todos ellos, ¿sería conveniente para todos los individuos por igual?

El consumo de alimentos presenta diversos factores que limitan su acceso, como son los económicos, culturales, geográficos, entre otros. En el supuesto de que pudieran estar disponibles de forma “equitativa”, ¿serían beneficiosos de forma general para todos los individuos? Siguiendo la pauta de la Teoría Sintética de la Evolución, donde se reúne la teoría darwinista de la evolución, la genética, los conocimientos paleontológicos y taxonómicos, se pueden generar algunas interrogantes, como por ejemplo: ¿se habrá dado una acoplamiento o adecuación de los seres humanos respecto a los alimentos disponibles en sus zonas geográficas de dispersión? y ¿Las intolerancias alimentarias estarán determinadas por esos procesos evolutivos?.

Por ejemplo, se ha observado que respecto a la lactosa los grupos poblacionales con ascendencia nativa americana presentan mayor grado de intolerancia respecto a aquellos con mayor vinculo de ancestros europeos. Esto puede deberse a que las poblaciones humanas europeas tuvieron mayor tiempo para adaptarse a los lácteos, pues la vaca y otras especies productoras de leche se domesticaron en Medio Oriente hace aproximadamente 8,000 años y de esa zona pasaron hacia Europa. Mientras que las poblaciones nativas de América y sus descendientes apenas han tenido 500 años para adaptarse a los lácteos. ¿Podría ser similar la respuesta de las distintas poblaciones humanas para todos los grupos alimentarios?

La globalización poblacional es joven aún, mientras que el aislamiento geográfico de cada grupo humano fue de miles de años, así se identifican los grupos africanos, europeos,  del medio oriente, asiáticos, de Oceanía, y América, cada grupo desarrolló ciertas características, por ejemplo la vertiente asiática (la más abundante) presenta sangre tipo O, posteriormente aparecieron las poblaciones del tipo de sangre A que creció y se desarrollo en la Europea Occidental, las poblaciones de sangre tipo B se desarrollaron en la zona de la India y el tipo sanguíneo más reciente es el AB. Cada uno de estos grupos evolucionó bajo ciertas condiciones y recursos, entre éstos el alimentario.

Cada grupo poblacional estuvo, durante milenios, alimentándose de los recursos de su región geográfica de distribución, y estuvieron más o menos vinculados a ciertas carnes rojas y de aves, productos del mar, huevos, lácteos, aceites y grasas, semillas, legumbres, cereales, vegetales, frutas, especias, entre otros, por esto cada grupo también desarrollo una gastronomía particular y ciertos grados de intolerancia alimentaria.

La alta complejidad de la relación entre grupos humanos y sus alimentos implica no solamente el origen evolutivo, las zonas geográficas de dispersión, así como sus condiciones y recursos, sino también la actualidad de los alimentos, esto es que el beneficio nutrimental, la hiperreactividad (intolerancia) e incluso la toxicidad de los alimentos hacia determinado grupo humano, implica factores endógenos (propios del individuo, como el tipo sanguíneo) y los exógenos (las características de los alimentos) si éstos son naturales o industrializados (incluyendo los cultivados de manera controlada).

Por esto la alimentación, más que estar dirigida por una disciplina científica específica y ortodoxa, es un área de frontera donde deberían interactuar las ciencias agronómicas y zootécnicas, la genética, la teoría de la evolución, la toxicología, la antropología y las ciencias del comportamiento humano. Pero, sobre todo,  la alimentación humana debe estar dirigida por el libre albedrío de cada individuo y que éste le lleve a consumir lo que le sea beneficioso y no le genere intolerancias o hiperreactividad alimentaria.

Por ejemplo, en la zona agrícola entre Tequisquiapan y San Juan del Río, Querétaro, se cultivan hortalizas como cebollas y chiles, especies forrajeras como la alfalfa y el maíz, además de algunos frutales de clima templado, todos ellos bajo una lluvia constante y cotidiana de partículas atmosféricas tóxico peligrosas donde se incluyen las dioxinas, los bifenilos policlorados y los furanos  derivados éstos de las quemas de residuos urbanos e industriales en los hornos ladrilleros.

Un especialista en nutrición podría orientar sobre si la cebolla o el chile, la leche o el queso es o no beneficioso para los individuos con cierto tipo de sangre, pero no se daría cuenta que los productos agropecuarios generados en la zona mencionada son dañinos para todo tipo de individuos, no por su relación con el tipo de sangre, sino por las partículas tóxico peligrosas que  contienen. En estricto sentido, cualquier producto agrícola que se cultive en esa franja no cumple con los parámetros para considerarse de consumo humano o animal.

Por otra parte, la mayoría de la producción cárnica de los municipios de Ezequiel Montes y Cadereyta de Montes, Querétaro presenta altos niveles de clembuterol por lo que más que causar daño en relación al tipo sanguíneo de los consumidores, no es apta para ninguno de ellos por la excesiva presencia de ese químico.

De esta forma, la alimentación humana debe asumirse como una responsabilidad individual y de la sociedad civil  para que utilizando los mecanismos generados por las ciencias de la comunicación y la tecnología, se puedan generar los vínculos organizativos para, a través de la demanda, obligar a los que ofertan productos agrícolas, pecuarios o procesados, a cumplir con las normas oficiales respectivas.

Si se desea mayor información sobre los alimentos beneficiosos, neutros o no aconsejables en relación al grupo sanguíneo particular, se puede consultar de forma gratuita en El Ahuehuete, Herbolaria, ubicado en Niños Héroes 41, esquina Matamoros, Local 3, Centro, Tequisquiapan, Querétaro. Cel. 442-3775127 y 414-1070194. Email: [email protected]