¿México cambiará con las próximas elecciones?

Por Joaquín Antonio Quiroz Carranza

TEQUISQUIAPAN, QRO., 15 de abril de 2018.- México es una nación conquistada, colonizada, dependiente económica y moralmente de los Estados Unidos, de Inglaterra, Francia, Alemania, Japón y ahora China. En México no manda el Presidente de la República, ni el Secretario de la Defensa: su gobernador es el Cónsul de la Embajada de los Estados Unidos de Norteamérica. Cada candidato a la presidencia tiene que informar a los Estados Unidos de su programa y este país a través de su embajada lo autoriza, o lo desautoriza, por lo que dicho candidato gana o pierde en las elecciones; el voto ciudadano, ese “sufragio efectivo”, no significa nada, es una faramalla, un reality show, pan y circo.

Independientemente del supuesto ganador, porque en realidad ya hay uno, solamente falta la farsa electoral, nada cambiará para la inmensa mayoría de la población. Durante los próximos seis años todo será igual: no bajará la gasolina, sí aumentará la venta de autos; no aumentará el salario mínimo, sí los precios;  no descenderá el narcotráfico, sí aumentará el consumo de drogas; no descenderá la trata de blancas, el trafico de órganos, la delincuencia organizada y desorganizada, la economía subterránea.

El cambio en México no depende de Meade, López Obrador, Anaya o de los independientes. El cambio depende de la población, de la sociedad civil y mientras ésta siga consumiendo mercancías, devorando recursos, le autoriza a los grandes ricos a producir más y más. Mientras el ciudadano común busque un empleo, seguirá siendo esclavo, mientras los jóvenes crean que asistiendo a la escuela serán alguien en la vida, seguirán siendo ciudadanos colonizados.

El cambio hacia el futuro no necesita más fabricas, ni inversión extranjera, no necesita más escuelas ni hospitales, más carreteras, puentes y presas, ni nada de lo que dicen los discursos de Meade, López Obrador y Anaya. El cambio hacia el futuro requiere organización de la sociedad civil, reducir el consumo de mercancías y por ende la base del capitalismo depredador, reaprender la herbolaria tradicional para no depender del IMSS , ISSSTE, SSA y obvio de la medicina privada; no se requiere generar más dinero ni ingresos, se requiere autogenerar los satisfactores básicos de forma local. No se requiere enseñanza escolarizada, ni tecnología inútil, se requiere educación en la familia, reconstruir el tejido social y la construcción de conocimiento con base en el estudio de los recursos locales.

83 años de farsas electorales y ¿qué ha ganado el pueblo de México? Inversiones extranjeras, pero salarios de hambre; establecimiento de parques industriales, pero contaminación del aire, suelo y el agua; incremento de la producción agropecuaria de productos saturados con plaguicidas, clembuterol y otros químicos; construcción de infraestructura escolar y escasez de empleo. Nuevas clínicas y hospitales, pero un incremento despedido de padecimientos estacionales y crónico degenerativos.

¿Será cierto que los candidatos, creen que con sus propuestas cambiarán positivamente a México? Es mentira, no podrán: la corrupción permea toda la sociedad, nadie en su sano juicio puede creerse mesías de una nación que no quiere cambiar internamente, de un país con espíritu de esclavo, de una población que exige empleos, es decir desea ser esclavo; de una juventud vacía de valores que pretende llenar su alma con emoticones, redes sociales electrónicas, alcohol, droga y sexo libre.

La elecciones han sido, son y serán el mercado de los hipócritas, todos y cada uno de los candidatos buscan el beneficio económico de su grupo político, y si no que demuestren lo contrario mediante el establecimiento de un salario mínimo de $85.00 pesos diarios para todo aquel que ocupe un puesto de elección popular ( diputados, senadores, presidente, secretarios, gobernadores, presidentes municipales, etc.), sin bonos anuales, ni seguro de gastos médicos mayores, ni boletaje de avión mensual, entre otras de las actuales prestaciones. Que se comprometan a enjuiciar a todos los corruptos de sexenios pasados y a confiscarles todos los bienes malavidos y todos los recursos obtenidos mediante la malversación de fondos, negocios familiares y otras tranzas.

No puede haber compromisos de esa magnitud  porque ya hay acuerdos en lo oscuro: “Te dejo ganar pero no me tocas”, “apoyas la campaña y luego ganas en los negocios”. Los políticos saben que pueden jugar a las elecciones porque la sociedad civil, también permeada por la corrupción, espera las limosnas de su “gallo”.  Ningún candidato propone revertir la balanza comercial de México con Estados Unidos, país que compra prácticamente todos los recursos naturales y nos vende todo transformado, por ejemplo la gasolina, igual que Hernán Cortez: oro por cuentas de vidrio.

La única independencia simbólica de México es la fiesta del 16 de Septiembre, hipócritas declaraciones de vivas a la Patria y a sus héroes, mientras se compra la despensa en Walmart, las hamburguesas en McDonald, Burguer King o Carl Junior, la gasolina en Mobil o Shell, el ahorro lo manejan HSBC, Scotiabank, Bancomer, CityBanamex, etc.

¿Por qué ningún candidato ha declarado que nacionalizará la banca? Meade profundizará las reformas constitucionales para la entrega total del país al capital internacional y a la burguesía nacional, Anaya igual, López Obrador no enfrentará a ningún imperio, no tiene la fuerza de un pueblo para ello.

Las elecciones mexicanas , el reality show, uno de los circos más caros del mundo, una inversión multimillonaria que los candidatos recuperarán ganen o no en menos de seis años. Sufragar es inútil, útil es eliminar la boleta marcando varios candidatos o conservándola como un recuerdo del fraude. México necesita ciudadanos rebeldes, hombres y mujeres desobedientes, cada cual con su creatividad decidirá cómo desobedecer al sistema.