Ambiente y salud humana en torno al CERESO de San Juan del Río

e-Cosmovisión

Por: Joaquín Antonio Quiroz Carranza

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SAN JUAN DEL RÍO, QRO., 28 de febrero de 2018.- El Centro de Reinserción Social (CERESO) de San Juan del Río se ubica en la Carretera Tequisquiapan km 8.5, Col. Visthá, en la localidad Pueblo Quieto, sitio emblemático por la alta concentración de particulado atmosférico derivado de la quema de residuos industriales en los hornos ladrilleros de San Nicolás, Tequisquiapan; y San Pedro Ahuacatlán y Visthá, en San Juan del Río. Sus coordenadas geográficas aproximadas son: 99.9 grados de longitud Oeste y 20.4 grados de latitud Norte, con una altura de 1910 metros sobre el nivel medio del mar.

Es evidente, para quienes circulan por esa área, sobre todo en la noche y madrugada,  cómo el CERESO se observa sumergido en grandes nubes de humo procedentes de los hornos ladrilleros, emisiones que cubren no sólo la institución señalada sino además localidades como Pueblo Quieto, Visthá, San Pedro Ahuacatlán, San Nicolás y otras, incluida la carretera principal que une San Juan del Río y Tequisquiapan, Querétaro.

La salud humana de los internos del CERESO y del personal que allí labora, no debe ser diferente a la de los ciudadanos que viven en áreas circunvecinas. En estas últimas se ha investigado la concentración de bifenilos policlorados en sangre y orina, observándose una alta concentración en comparación de ciudadanos de otros sitios de la República Mexicana, los cuales fueron estudiados de forma comparativa.

Las afecciones más comunes en seres humanos expuestos a humos procedentes de los hornos ladrilleros son: cloracné (erupciones dérmicas intensas) sobre todo en el rostro; afecciones respiratorias; daño hepático y renal; cáncer y malformaciones congénitas. Estos daños son provocados por las dioxinas, bifenilos policlorados y furanos, entre otros,  generados por la quema de residuos industriales.

Las quemas de residuos industriales en los hornos ladrilleros sigue un patrón cíclico: comienzan en la tarde de los viernes y concluyen los domingos, es decir, 24 a 48 horas de quema continua. Esto provoca la generación de grandes nubes de humo negro que prácticamente nubla la zona entre San Nicolás, Tequisquiapan y San Pedro Ahuacatlán en San Juan de Río, quedando incluido, como epicentro de esa área, el CERESO. Se ha cuantificado que cada horno ladrillero genera cinco toneladas de particulas atmosféricas cada año. Alrededor de la institución penal se encuentran establecidos cerca de 300 hornos ladrilleros, los cuales estarían generado 1,500 toneladas de polvos tóxicos anualmente.

No existen datos publicados sobre el estado de salud de los internos, sus familiares y del personal que labora en el CERESO, pero podría estimarse que, tal como ocurre en los pobladores de áreas circunvecinas, presenten altas concentraciones de bifenilos policlorados en sangre y orina, lo que potencialmente podría derivar en la presencia de afecciones respiratorias, dérmicas, hepáticas, renales y tumorales, que van de leves, graves y crónicas.

Según cifras obtenidas de diversas fuentes del internet, en el CERESO de San Juan del Río se encuentran entre 500 y 700 internos, y cerca de 100 elementos policiacos y administrativos. Los primeros reciben el impacto de los contaminantes atmosféricos de forma permanente (24 horas diarias los 365 días del año), y los segundos de forma variable, de acuerdo con sus turnos. Los contaminantes presentes en los humos generados por los hornos ladrilleros son bioacumulables, es decir, se acumulan en el tejido graso de los seres humanos y paulatinamente se concentran hasta causar daño orgánico.

El ciclo del particulado atmosférico tóxico generado por los hornos ladrilleros es como sigue: emisión, dispersión, precipitación, acumulación y resuspensión,  siendo un ciclo continuo hace que la concentración de compuestos tóxicos tenga una variación poco significativa a lo largo del día y del año, por lo que el daño es acumulativo.

A manera de conclusión podríamos comparar la siguiente información: durante la Guerra de los Estados Unidos contra Vietnam, entre 1954 y 1975, el ejército norteamericano dispersó 240 millones de litros de herbicidas enriquecidos con dioxinas sobre el territorio vietnamita. En Querétaro, los casi 300 hornos ladrilleros ubicados entre San Pedro Ahuacatlán, San Juan del Río y San Nicolás, Tequisquiapan, han funcionado desde hace más de 50 años, por lo que se podría estimar que han generado, durante ese periodo, aproximadamente 75 millones de kilogramos de partículas atmosféricas con dioxinas, bifenilos policlorados y furanos, equivalentes al 31.2% de los tóxicos vertidos por los Estados Unidos sobre Vietnam en una de las guerras más devastadoras de la historia de la humanidad.