Emisiones atmosféricas generadas por ladrilleras artesanales de Querétaro: causa de enfermedad y muerte.

e-Cosmovisión

Texto y fotos por: Joaquín Antonio Quiroz Carranza

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QUERÉTARO, QRO., 14 de febrero de 2018.- La producción de bienes y servicios genera, inevitablemente, residuos de diversa índole, algunos de éstos son biodegradables como la materia orgánica, otros son reciclables. Pero existen residuos de naturaleza extremadamente peligrosos para la salud humana y de los ecosistemas, por ello, la comunidad internacional ha formulado convenios y tratados que obligan a los suscriptores a  minimizar y/o eliminar su uso y manejo. México es signatario de los acuerdos y convenios internacionales que prohíben el uso, manejo y dispersión de Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP´s); como son el Tratado de Libre Comercio (TLC), el Acuerdo para la Cooperación Ambiental de América del Norte (ACAAN), la iniciativa para el Manejo Adecuado de Sustancias Químicas (MASQ) y el Convenio de Estocolmo, entre otros.

Por su parte, la legislación federal mexicana, en materia ambiental, establece la necesidad de controlar, minimizar y evitar las emisiones de COP´s, (Ley General de Equilibrio y Protección del Ambiente (LGEEPA) y Ley General para la Prevención y Gestión Integral de Residuos (LGPGIR, normas oficiales mexicanas 052, 053 y 087), estableciendo límites máximos de emisión de sustancias relacionados con los compuestos orgánicos persistentes.

Entre los compuestos de más alta peligrosidad se encuentran las dioxinas, bifenilos policlorados y furanos. Los bifenilos policlorados y las dioxinas se generan ampliamente por la combustión incompleta de combustibles o por la incineración de residuos derivados de hidrocarburos: neumáticos fuera de uso, cloruro de polivinil (PVC), y polietilen tereftalato (PET), entre otros.

En el estado de Querétaro, el requerimiento de ladrillo rojo recocido, cuñas, soleras, tejas y solerón de arcilla (insumos básicos de la industria de la construcción), es abastecido, casi en su totalidad, por 525 ladrilleras artesanales distribuidas principalmente en los municipios de Tequisquiapan, con 251; San Juan del Río,  con 123; El Marqués ,con 56; Pedro Escobedo,con 11;  y Querétaro, con 84.

En promedio cada uno de los hornos utiliza mil litros de combustóleo en la fabricación de 10,000 ladrillos, además residuos industriales, domiciliares e institucionales como neumáticos fuera de uso, aceite quemado, polímeros residuales, biológico infecciosos, entre otros, los cuales junto con los sistemas de combustión ineficientes provocan una combustión incompleta, la cual genera dioxinas, bifenilos policlorados, monóxido de carbono y otros contaminantes asociados al azufre y el nitrógeno, entre otros.

La producción artesanal de ladrillos, como se realiza actualmente, genera diversos impactos sobre el entorno y la salud humana. Este proceso productivo presenta diversas problemáticas, entre éstas se destacan los siguientes aspectos: deficiente organización social para la producción, lo que impide la obtención de mejores precios en los insumos y los productos acabados; bajo precio final de los productos terminados, lo que obliga al uso de combustibles de bajo costo; procesos y condiciones de producción ineficientes, donde se utiliza gran cantidad de esfuerzo y  energía humanos; efectos negativos sobre las condiciones ambientales de la localidad y la salud humana de los productores, sus familias y la población de la región; las características actuales y potenciales de combustibles, que los hace altamente contaminantes; la ineficiente tecnología empleada y el bajo nivel de eficiencia impiden el aprovechamiento del poder calórico de los combustibles; la variabilidad en las características físicas y mecánicas de los ladrillos y de otros productos; los procesos de oferta y demanda de ladrillos, controlados informalmente por monopolios de la industria inmobiliaria; los productores no poseen competencias laborales para insertarse en la industria local, situación por la que los industriales los definen como “incontratables”.Los productores se caracterizan por tener reducidos ingresos, baja escolaridad y condiciones precarias de trabajo, lo que los ubica en condiciones de marginación socioeconómica y cultural.

La presencia de dioxinas, bifenilos policlorados y furanos en el aire, suelo y agua de San Nicolás, Tequisquiapan; Visthá y San Pedro Ahuacatlán, en San Juan del Río; y otras localidades de Querétaro, superan los límites permitidos por las normas oficiales en la materia, de la misma forma los presentan los cultivos y los productos agropecuarios que allí se generan y ni qué decir de la salud humana, presentándose con una abundancia significativa el cloracné (un acné exacerbado, sobre todo en el rostro), diversos tipos de cáncer, malformaciones congénitas, enfermedades de las vías respiratorias y diversos tipos de alergias, entre otras.

Este problema comenzó hace varias décadas, gobiernos vienen y van y el problema continúa y se agrava, ninguno de los candidatos actuales, a un puesto de elección popular, como diputados, senadores, presidentes municipales y gobernador han incorporado éste u otros temas urgentes en su agenda de política ambiental, ¿o no saben o no les importa?, en ambos casos no pueden ser servidores públicos, excepto porque buscan, como todos saben, el enriquecimiento ilícito saqueando las arcas públicas.

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