La Casa de Don Bartolo; escalofriante leyenda más antigua de Querétaro

Por Voz Imparcial

Querétaro, Qro.- 15 agosto de 2017.- A mediados del siglo XVII, vivió en la ciudad un hombre conocido como Don Bartolo, era un señor Segoviano con dinero y devoto al cristianismo, vivía con su hermana con la que se cuenta sostenía relaciones incestuosas.

Cada año organizaba una fiesta para celebrar su cumpleaños, y no faltaba su brindis que acostumbraba a hacer repitiendo la frase: “Brindo por la señora mi hermana, por mi ánima y por el 20 de mayo de 1701″. Con el paso del tiempo, su fortuna crecía y su celebración era igual cada año, hasta llegar la terrorífica noche del día 20 de mayo de 1701, justo en el momento de sonar las doce de la noche se escuchó una fuerte detonación seguida de un extraño silencio que asustó a todos los vecinos.

Al día siguiente, los vecinos al notar que nadie salía de la casa, llamaron al alcalde para que la abriera, pero se asombraron al descubrir el cadáver de su hermana que al parecer fue asesinada por él, tirada en un charco de sangre, con una expresión de angustia que prevalecía aún después de muerta. Don Bartolo estaba pegado al techo, totalmente carbonizado en su rostro se reflejaba un gesto de horror, las mandíbulas estaban desencajadas.

Locatarios de inmediato llamaron al sacerdote, mientras revisaban las habitaciones en busca de alguna pista, encontraron en el guardarropa de Don Bartolo un contrato, era un pacto con el diablo, el hombre había cambiado su alma por gloria y riquezas, logradas a base de robos y negocios sucios, el plazo justo eran medio siglo, y se cumplía esa fecha tan mencionada por el mayo 20 de 1701. Sabiendo esto el cura exorcizó el cuerpo sin vida, logrando que el diablo lo soltara.

El día de hoy es también conocida como “La Casa de Espantos”, pues durante mucho tiempo esta casa quedó abandonada porque cada noche se escuchaban gritos de lamento y arrepentimiento, provenientes del alma torturada de Don Bartolo.

“La casa de Don Bartolo” se localiza en la calle de Pasteur, en pleno centro de la ciudad,  a unos pasos del Palacio de Gobierno, actualmente alberga las oficinas de la Secretaría de Educación Pública en el estado.