La tumba de “El Desgraciado”, la más visitada de los panteones de San Juan del Río

Por Armando Guerra

San Juan del Río, Qro.- 3 agosto de 2017.- No es leyenda, no es mito, es real, en el panteón No. 1 de esta ciudad, en una de sus tumbas existe una singular  lápida en la que están inscritas estas palabras: “Descansan aquí las cenizas de El Desgraciado” (1848),  según sus familiares que hoy radican en el estado de Yucatán y que cada año vienen a visitar su tumba en el mes de noviembre, aseguran que el finado “El Desgraciado” llevaba por nombre Fernando Cárdenas.

Según la historia, “El Desgraciado” era un  conocido comerciante de la comarca, habría sido  asesinado cruelmente a cuchilladas, cuando iba a comercializar sus productos  a la comunidad de La Estancia,  ahí fue cazado por su victimarios quienes lo mataron con arma blanca.

Se cree que “El Desgraciado” fue ejecutado, pues  no le robaron nada de su mercancía y pertenencias, más bien, su asesinato se pudo haber originado por un “ajuste de cuentas”, ya que era un hombre al que se le identificaba como un acosador  y enamorador de mujeres casadas.

 Infinidad de historias se han se han tejido en torno a la decisión de aquel comerciante de que en su tumba se le pusiera como “El Desgraciado”, algunas historias  aseguran que así fue el deseo final de aquel hombre porque vino a San Juan del Río a probar fortuna pero como no la logró, su frustración lo llevó a pedir que cuando muriera le pusieran en su tumba esta inusual palabra.

Otra versión, la más apegada a la realidad, señala que el haberle puesto en su lápida  “El desgraciado”  se debió a que cuando aquel hombre falleció, no tuvo oportunidad de confesarse y que todo ello se debió a que no alcanzó el perdón de Dios, por lo que sus familiares decidieron que así se les inscribiera esta palabras en su tumba.

Esta es pues la historia de una singular tumba que existe en uno de los antiguos cementerios de esta ciudad, sepulcro al que han incluido en sus recorridos los guías turísticos que trabajan aquí.

Este y otros monumentos históricos fueron incluidos dentro del Patrimonio Cultural e Histórico  de la Humanidad, allá por los años ochenta del siglo que concluyó.