Carmen, asesinada en Concá; la historia narrada por quien exige JUSTICIA

SEGUNDA PARTE…

Mi hermana me dijo:

– ¿Ves aquél rasguñado que está recargado en el árbol?

– Es primo de Carmen, le dije.

– Esos rasguños tienen como dos días de “oreados”. De seguro fue él.

Molesta repliqué:

– Cómo crees si era su primo.

A simple vista podía observarse todo en aparente orden.

El cuerpo de Carmen fue encontrado entre el sillón grande y la mesita de centro en un espacio reducido de unos 50 cm.

Curiosamente los adornos, dulceros y areneros sobre la mesita, estaban intactos. Lo mismo un adorno de esferas que quedó a la cabeza de ella.

Carmen era muy fuerte, aunque flaquita, no se dejaba y una sola persona no pudo haberla degollado solo. No habría podido someterla, hubiese además gritado. Lo que indica que no fue una sola persona, quizá ni dos. Si lo hubiera hecho una sola persona, ella hubiera manoteado y pataleado y hubiera roto las esferas. Cuando limpié no encontré ni una borona de la gravilla de los areneros ni esferas rotas, sólo sangre y muchos cabellos, de dos clases y colores distintos.

Una vez que ya me autorizaron, tuve que limpiar mi casa. Busqué quién lo hiciera pagando lo que fuera pero no, nadie. Ni siquiera mis hermanos y esposo pudieron hacerlo. Fue mi hermana y yo quien con nuestras propias manos limpiamos la sangre de Carmen. El sexo débil resultó ser el fuerte.

Nada fácil, fue muy duro el impacto. El olor impregnaba totalmente la casa y todo. Tuve que deshacerme de todos mis trastos y cosas que en la casa había. Me quedé sin una sola cuchara, cortina, toalla ni plato. La sala ni qué decir, fue la primera. Pero eso, lo material no importa, eso va y viene.

Pero la vida de Carmen no, la vida de su hijo y la de los que queríamos a Carmen nos cambió totalmente.

Siempre me he cuestionado impotente:

– ¿Por qué un o unos “…” tuvieron que venir a cambiarnos la vida, por qué?

Nada fácil, pero con mucha fe, una valentía enorme y esperanza viva, aún hoy seguimos tratando de hacer nuestra vida normal, a la par de la lucha que sostenemos para seguir exigiendo justicia.

Y con mucha más fortaleza ahora porque esta lucha la comencé yo sola con la única compañía de mi cartulina de 3 pesos, ahora es mucha la gente que apoya la lucha y varias Asociaciones Civiles nos respaldan. El caso de Carmen ha alcanzado magnitudes que han hecho eco en todo el país. Tal vez nunca pensaron que se llegaría a esas magnitudes.

Las investigaciones siguieron su curso normal hasta finales del mes de agosto del 2015, donde nada se ocultaba y tenía yo comunicación directa con los investigadores de la PGJ, apoyando y poniendo en riesgo mi seguridad e integridad de mi familia. No me importaba más que ayudar a esclarecer el hecho. Hasta que se rompió todo nexo con ellos.

Sin respuesta en la antes PGJ de Jalpan, en noviembre del 2015, me veo en la necesidad de realizar una marcha en la Cd. de Querétaro para exigir justicia. La respuesta se notó de inmediato y más con la acción siguiente.

Dos días después me presento frente al Congreso de la Unión en la Cd. de México. Ahí yo sola con la manta de Carmen, repartiendo volantes y hablando por el megáfono, denunciando y dando a conocer que en Querétaro no había justicia si no se era poderoso o influyente; luego frente a Palacio Nacional. Ahí tuve que evidenciar a las autoridades queretanas.

Al día siguiente fui invitada a la Secretaría de Gobierno de Querétaro, donde se me atendió con un trato que nunca imaginé. A partir de ahí todo cambió y la investigación se reactivó.

Todo bien hasta marzo del 2016, donde vuelvo a percibir pasividad y realizamos otra marcha más en Querétaro y mágicamente todo se acelera.

Una semana después viene el Presidente de la Comisión Estatal de Derechos Humanos a mi domicilio, queriendo conocer directamente el caso.

En mayo realizan la detención de una persona presuntamente vinculada.

Pero… ¿Y los demás implicados cuándo?

Curiosamente con tantas pruebas recabadas en un primer instante en la propia escena, fresquecitas… Nada, ningún resultado. No sé a qué se debió la “invisibilidad” de pruebas tan certeras y objetivas. No sé si pudo tratarse de negligencia, incompetencia o bien, corrupción. Espero que no haya sido así.

El primer Policía investigador me comentó que Carmen tenía rastros de piel en las uñas y me consta que recabaron toda evidencia.

Al llegar los segundos investigadores luego de mis movilizaciones, vuelven a recabar pruebas. Ellos muy eficientes.

Algo que hace parecer que Carmen ya estaba siendo perseguida o que ya traían algo contra ella, fue un suceso que pasó dos meses antes:

Un domingo por la tarde me fui para SLP y se quedó mi hija Lorena que se iría el lunes. Al irme de prisa, creí que ellas cerrarían con llave. Ella con Carmen se sentó a platicar y se les hizo tarde, no prendieron las luces y platicaban en voz queda, se contaron todos sus secretos.

De pronto, mi hija escucha un ruido a su espalda en el pasillo donde tenía unos bambúes y asoma la cara, encontrándose con la tía de Carmen.

Mi hija brinca y prende la luz.

– ¿Qué onda, qué hace usted aquí, quién le dio permiso de entrar?

La señora se incorporó lentamente de donde permanecía agazapada y oculta escuchando la conversación quien sabe desde qué horas. Eran las 11:30 de la noche.