Despoja Aguilera a vecina del partido

Por Fernando Venegas

QUERÉTARO, QRO., 13 de abril de 2016.- Cayó muerto víctima de un infarto fulminante el padre de la señora Patricia Aguilar Ávila al enterarse que su hija estaba en un litigio para tratar de recuperar el único patrimonio que les quedaba en Querétaro. Así lo expresó a PLAZA DE ARMAS la señora Ávila Aguilar, quien ha demandado a José Luis Aguilera Ortiz, presidente del partido Movimiento Ciudadano, por despojo y daños ante la Procuraduría General de Justicia del estado. Lo anterior ha quedado asentado en la Averiguación Previa XIIA/676/2016, del cual PLAZA DE ARMAS tiene copia.

Patricia Aguilar Ávila es originaria de la Ciudad de México. Sus visitas a la capital queretana eran esporádicas. Lo único que la ataba a la entidad era un terreno de 160 metros cuadrados ubicado justo al lado de las oficinas del partido Movimiento Ciudadano, en la Colonia San Pedrito Peñuelas, que su madre dejó al morir. Relata a PLAZA DE ARMAS que dicho predio lo dejó al cuidado de su primo, Julio César Hernández Ávila, quien no tenía dónde vivir.

“Yo necesitaba una persona que cuidara de mi inmueble, ya que vivo en la Ciudad de México. Él se dedicaba a cuidar y limpiar el terreno. Vivía ahí. Yo se lo autoricé”.

El panorama cambió en noviembre del 2015, cuando Julio César Hernández recibió una oferta de trabajo en el vecino estado de Michoacán. Pasaron cuatro meses para que este regresara a Querétaro, y al llegar al terreno se percató de la presencia de albañiles trabajando dentro del predio.

Fue entonces que Patricia Aguilar recibió la llamada que marcó el inicio de su martirio. Julio César Hernández le comunicó lo que había encontrado en su terreno. Inmediatamente hizo los arreglos para trasladarse a Querétaro. Al llegar pudo ver a siete albañiles que trabajaban a toda marcha. La malla perimetral que delimitaba su terreno había desaparecido para dar paso a una barda, instalaciones de drenaje y cimientos. Al cuestionar a los trabajadores sobre su actuar, le refirieron que solo seguían órdenes de su patrón y que este se encontraba en las oficinas de Movimiento Ciudadano. Cuando se presentó en la sede del partido, preguntó a quien se ostentó como secretaria por el responsable de la obra.

“Me dijo que el responsable era un señor llamado José Luis Aguilera Ortiz. Que se encontraba de viaje”.
Ya entrada la noche, la demandante regresó al predio a las 9:00 de la noche acompañada de su primo. En un momento, relata que vio cómo se aproximaba un Chevrolet Aveo blanco que era tripulado por un hombre al que describe mayor a 50 años con el pelo corto y cano, y complexión media. Asegura que nunca se bajó del auto. Desde la seguridad del coche, le cuestionó: “¿Tú eres la persona que está preguntando e indagando por este terreno que es mío?, porque este terreno yo lo compré. Tengo las escrituras y un contrato de compraventa firmados ante notario”.

Esta persona le dijo que una señora que vive en la misma colonia le vendió el predio. Patricia Aguilar le respondió que había sido timado, que el terreno ya tenía dueño. Ello desató el coraje de quien en ese momento le era un desconocido, y atemorizada por su actitud, prefirió no revelar que ella era la legítima
propietaria.

“¿Tú eres la dueña? No. Entonces tráeme al dueño para negociar con él y si no, lo arreglamos jurídicamente”.
Desde entonces, Patricia Aguilar no volvió a carearse con Aguilera Ortiz. Incluso los vecinos del lugar le dijeron que era una injusticia lo que le hacían y le aconsejaron pedir ayuda al General Rolando Eugenio Hidalgo Eddy.

“Me dieron un celular. Le marqué y efectivamente me contestó. Me dio cita para el día siguiente y efectivamente: Llegué a sus oficinas y estaban dos abogados con él. Me comentó el General que tenía una cita muy importante. Pero que me dejaba en manos de dos buenos abogados”.

Uno de esos abogados era el director de Prevención del Delito y Participación Ciudadana del Municipio de Querétaro, Luis Enrique Estrada Luévano, también vocero de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, quien se encargó de advertirle a lo que estaba enfrentándose.

“Me dijo que el señor Aguilera era el presidente de Movimiento Ciudadano y me advirtió que no sería fácil recuperar mi terreno, y menos con lo que ya le había invertido a mi propiedad. Me advirtió también que su hijo era el secretario del Trabajo, que eran de una familia pudiente con larga trayectoria política. Me dijo que el licenciado Aguilera no tenía ninguna necesidad de robarme mi
terreno”.

Acto seguido, Estrada Luévano le sugirió que no se metiera al terreno, sino hasta después de levantar una denuncia ante el Ministerio Público.

“Vaya y presente su denuncia y después tome posesión de su terreno. Así, ya la podré proteger, porque hay una denuncia de por medio”, le sugirió Estrada Luévano.

Esa noche, Patricia Aguilar Ávila vivió una larga jornada en el Ministerio Público desde las 9:00 de la noche hasta entrada la madrugada. Cuando terminó el tedioso procedimiento para levantar su denuncia, antes de retirarse le preguntó al agente en turno sobre la recomendación que le hiciera el director de Prevención del Delito en la capital de tomar posesión del terreno en disputa.

La respuesta del MP fue clara: “Usted denunció despojo. Si usted se mete al terreno, estaría cometiendo un delito y el licenciado Aguilera la demandaría por daños y allanamiento de morada. El licenciado Aguilera tiene la posesión”. Lo anterior -dijo-, claramente se opone a la sugerencia del señor Luis Enrique Estrada Luévano.

Por ahora, las máquinas Caterpillar siguen trabajando en el predio de Patricia Aguilera y la construcción avanza a paso veloz. Busca ayuda de abogados queretanos que la puedan asesorar y que no respondan a los intereses de la familia Aguilera.

Ha perdido su trabajo en el Distrito Federal y su familia se ha fragmentado. Por parte del Ministerio Público ya no le quieren proporcionar documentación de su caso. La última vez pidió copias de su declaración ampliada y le fueron negadas bajo el argumento de que “entorpecería la investigación”. El futuro del único patrimonio que le quedaba, es incierto.
Además, el coraje de saberla despojada, mató de un infarto a su padre.

Con información de Plaza de Armas